miércoles, 28 de abril de 2010

Me costaba tanto enamorarme, era tan difícil que remotamente alguien me gustara en serio que durante años pensé que "el amor" no era para mí.Mostrarme "hasta ahí", mantenerse en el nivel del "todo bien", y una vez que lo real comienza a avanzar por sobre lo ideal, buscar la vía de escape más rápida, desengancharse, tomarse el palo, hacerse dejar. Este era mi proceder habitual, y -en la superficie- me iba muy bien.Además, mejor sola -quichicientas veces-, que mal acompañada.Lo que yo no sabía era que, debajo de ese traje de soltera empedernida que tan bien me calzaba, palpitaba una idealista.Y entonces lo encontré, cuando menos me lo esperaba, así, de la nada. Y fue todo tan fácil, tan natural, tan sin vueltas.Tan como a mi me gusta.Casi que me pellizcaba con la perfección de la cosa.Y me ilusioné con que yo sí podía. Y pensé "acá me quedo". Y apreté al acelerador.Y me entregué toda. Y amé como una tarada. Y fui la más feliz del mundo.Semejante idealización del amor sólo podía terminar en desamor y la confirmación autoboicótica de que, si me muestro como soy, me dejan de querer.Ahora...Yo entiendo que hay que mirar para adelante. Entiendo que este es MI momento, el momento de empezar a quererme a mí misma.Y en eso estamos.Pero cómo cuesta, che.

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